De la tiza al lápiz digital

La tecnología ha entrado en las clases como Pedro por su apartamento y campa a sus anchas en universidades y escuelas de negocios. Profesores y alumnos utilizan, disfrutan y ún padecen –los menos– las nuevas herramientas para aprender. Entre los primeros, la abertura del aprendizaje ancestral a la dactilar les ha exigido reciclarse, aprender y adaptarse a los nuevos soportes; para los estudiantes, nativos dactilares ya, la abertura ha sido, prácticamente, (y nunca mejor dicho) un juego de niños.

En áreas más específicas, puntualiza, “el uso de tecnologías ligeras de grabación, como minicámaras o aún Google glass, que permiten emular a los estudiantes actuaciones en anatómico de un odontólogo, por ejemplo.

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